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Puedes también decirte tú a ti mismo,
hombre injusto, a las veces: "el buen Aneo
perdió también la lumbre de sus ojos,
Teniendo más virtudes que tú tienes,"
Murieron muchos reyes y señores
Que dominaron gentes poderosas:
Murió también, y abandonó su alma
El cuerpo moribundo de aquel mismo
Que antiguamente anduvo por los mares,
Y enseñó a caminar a sus legiones
Y a marchar sobre el mar hondo y salado,
Y después la cólera del ponto,
Desafiando bramadoras olas.
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